Escritor suizo-alemán (1935-). Nació en Lucerna. Profesor de primaria hasta 1968. Periodista, escritor de cuentos y de novelas, hizo de la escritura su profesión a partir de 1969.
Foto: Peter Bichsel ©Yvonne Bohler
Lecturas
el libro
Título: El hombre que ya no tenía nada que hacer.
(El título corresponde al primer cuento de los siete que componen este libro.)
Autor: Peter Bichsel / Ilustrador: Alfonso Ruano Martín
Editorial: SM Madrid, 1992 España
Edad recomendada: 12 años, lectores adolescentes.
Narrativa: Fantasía.
Siete relatos cortos.
El hombre que ya no tenía nada que hacer analiza las cosas que sabe y concluye que, como la tierra es redonda, si viaja en línea recta terminará llegando al mismo punto, pero ponerlo en práctica no es tan fácil. ¿Para qué nos sirve lo que sabemos?
Una mesa es una mesa trata de un hombre que decide cambiar el significado de las palabras, con la consecuencia de que no puede comprender a la gente ni la gente puede comprenderle a él. ¿Para qué y cómo nos comunicamos unos con otros?
América no existe habla de si América no sería un invento de un bufón del rey para librarse de un castigo y, desde aquel suceso, todos hemos jugado al mismo juego de hacernos trampa unos a otros. ¿Por qué creemos lo que creemos?
El inventor es un hombre que, después de inventar un aparato que ve lo que ocurre a lo lejos, sigue fabricando inventos que ya existen. ¿Para qué hacemos lo que hacemos?
Un hombre con memoria es un personaje que sabe todos los horarios de trenes hasta que descubre que las oficinas de información también tienen esos datos por lo que decide contar escalones, información que ningún empleado podría leer en ningún libro. ¿Para qué queremos lo que sabemos?
Saludos de Yodok, un tío que mencionó el abuelo. Además del juego infantil de usar Yodok continuamente, del mismo modo que los Pitufos emplean el vocablo pitufo, el relato habla de las palabras que se graban en la niñez y perduran en la memoria, y también plantea cuánto importan el afecto y la buena voluntad al comunicarnos con los demás.
El hombre que no quería saber nada se da cuenta de que para decidir no saber algo primero tiene que saber lo que no quiere saber, por lo que se propone aprender chino. Al final, afirma el narrador, «siguió viviendo igual que antes con la diferencia de que ahora también sabía chino». ¿Qué interesa saber?, ¿qué interesa ignorar?, ¿por qué?
Caben otras interpretaciones pero, a mi juicio, los cuentos de Bichsel son como demostraciones, por reducción al absurdo, de la necesidad de un sentido para la vida o, si se quiere apuntar más bajo, de la inconsistencia de cualquier escepticismo radical.
Sin duda el sentido del humor de Bichsel es más bien adulto, pero también es cierto que llega bien a cualquier lector reflexivo. En conjunto, y aunque caben otras interpretaciones, a mi juicio estos cuentos funcionan como demostraciones, por reducción al absurdo, de la necesidad de un sentido para la vida o, si se quiere apuntar más bajo, de la inconsistencia de cualquier escepticismo radical.
Visto y leído en: "Bienvenidos a la fiesta", de Luis Daniel González. Un extenso diccionario-guía de autores y obras de literatura infantil y juvenil.